El amor y el odio son las pasiones que mueven el mundo. Escribir sobre ellas es mi pasión, sólo espero que leer mis palabras sea la tuya.
Clara.

martes, 15 de mayo de 2012

CHRISTMAS SUN 9


Caminaron uno al lado del otro, cada uno absorto en sus pensamientos. Asunción sentía una emoción ya casi olvidada, involuntariamente sonreía. Se sentía en paz. Por su mente pasaron fugazmente recuerdos de su infancia, ¡cuánto le gustaban los columpios de la plaza Mayor! Recordó cómo conseguía convencer a su padre a base de carantoñas y besos para que la llevara cada tarde a merendar y a jugar allí. No importaba el cansancio de Francisco después de una larga jornada en la vaquería, pues con una sonrisa de Asunción desaparecía rápidamente.

Volvió a sonreír. Se preguntó si era posible que pudiera sentirse a gusto en Pozuelo, si podría aguantar algún tiempo sin sentir la necesidad de salir de aquel minúsculo pueblo, intentaba encontrar los motivos por los que decidió huir de allí. Ahora, ya no le parecían tan importantes. La sensación de angustia comenzaba por primera vez a desaparecer. Su jaula se desmoronaba poco a poco.

Entró en casa. Sus padres la esperaban terminando de poner la mesa para cenar. Sentados ya en la mesa quiso compartir con ellos la decisión que acababa de tomar.

-Me han hecho una propuesta que no voy a rechazar –dijo con decisión Asun.

Sus padres se miraron extrañados. Se volvía a marchar de Pozuelo y por eso estaba contenta. Tan solo había llegado hacía unos días y una vez más los volvía a abandonar. Se desvanecía la alegría de volver a tener a su hija junto a ellos. Únicamente podían resignarse ante el camino que Asun había decidido recorrer.

-No me miréis así. Tranquilos. He decidido ayudar a Roberto, el director de la escuela, en la preparación de la fiesta de Navidad del colegio –dijo Asun -¿Qué os parece?

Pilar y Francisco se miraron durante unos segundos. No podían creer lo que acababan de escuchar. Invadidos por la alegría y la sorpresa no eran capaces de articular palabra. Incrédulos miraban a Asun, sonreían, y volvían a mirarse uno al otro. No reconocían a su hija. ¿Qué había ocurrido para aquel repentino cambio de actitud?

-¿Estás segura de lo que vas a hacer? –preguntó su padre.

-Claro que sí, papá. Me vendrá bien distraerme durante estos días, además tampoco hay mucho más... –intentaba explicarse Asun cuando su padre la interrumpió.

-No, ayudar en el pueblo no es una distracción, ni tampoco un juego. No puedes llegar y pretender hacer y deshacer como quieras. No te lo tomes como si fuera uno más de tus caprichos –contestó Francisco en tono severo.

-Bueno, si Asunción lo ha decidido así, ya es mayor para saber a qué se compromete –intentaba apaciguar su madre.

Asun ya no escuchó a Pilar. Por un momento sintió la necesidad de contestar a su padre. La había ofendido, ella ya no era una niña y no podía consentir que se dudara de su sentido de la responsabilidad de esa manera. Su corazón se aceleró. No entendía por qué le hablaba así. Debía apoyarla, debía estar muy contento porque iba a ser un primer paso para volver a integrarse en el pueblo. No veía alegría alguna en el rostro de su padre y esto le causaba mucho dolor. Si sus padres siempre habían querido que ella viviese en el pueblo, si su marcha supuso un fuerte varapalo que les costó mucho superar, ¿por qué había sido esa la respuesta? No entendía la reacción de su padre.

Empezaron a cenar. Asun continuaba en silencio mientras sus padres charlaban animadamente en relación al nacimiento en el pueblo de trillizos hacía un par de semanas. Pilar había ido a visitar a la familia.

Con el paso de los minutos Asun volvió a serenarse poco a poco. Muchas y muy diferentes ideas, pensamientos y reproches pasaban por su mente sin tiempo, a veces, para entenderlas. De repente recordó la conversación con la señora Angelita y con Santiago, el cartero, en el bar. Observó a su padre detenidamente. La emoción de la ira dejaba paso a un sosiego casi sorprendente. Sus miradas se cruzaron. Asun sonrió, y su padre le correspondió guiñándole un ojo. Ahora entendía todo. La respuesta de su padre tenía sentido. En aquel momento sintió como si su pecho se expandiese, de su corazón brotaba amor, un amor ya casi enterrado que resurgía con toda su fuerza. Entendió perfectamente que su padre había sentido miedo. Miedo a pensar por un instante que Asun podía ser feliz allí. No podía dejarse llevar por el instantáneo renacer de tan inmensa dicha: volver a tener a su hija a su lado. De la única manera que supo y pudo protegerse de este deseo fue poner en duda el compromiso que iba a aceptar Asunción. Entendió también que una nueva decepción haría demasiado daño a su familia.


3 comentarios:

  1. Me ha encantado, la conexión y comprensión con una sóla mirada, esa impronta... es perfecta
    Besos

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  2. Gran post el de hoy, me ha encantado.
    Un bs, que tengas un buen día.

    http://www.villarrazo.com/behindthestyling/

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  3. No sé si te lo he dicho, pero la verdad es que me encanta el personaje de Asun, se la coje cariño, no?
    Un bs fuerte
    mariandomenech.blogspot.com

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